La que hoy llamamos Plaza de Mayo, centro político de la ciudad de Buenos Aires, adquirió su nombre por los eventos que ocurrieron en 1810, en la llamada Semana de Mayo, época en la que se desató la Revolución de Mayo, que terminaría con los españoles fuera de lo que fuese el Virreinato del Río de la Plata, y con la independencia de todas las provincias que formaban parte. Pero de lo que nos ocuparemos hoy, no es de esos eventos, sino del lugar en el que ocurrieron esa plaza, que hace doscientos años no era tan diferente a lo que es hoy, pero sí se llamaba de otra forma.
La que hoy llamamos Plaza de Mayo es tan antigua como la ciudad misma de Buenos Aires, ya que apenas fundada por segunda vez, en 1580, nació con una plaza central que era llamada Plaza Mayor. Se trató siempre de un sitio multiuso, donde se llevaban a cabo ceremonias religiosas y oficiales, donde se ubicaba el mercado, que funcionaba como estacionamiento de carretas, corridas de toros improvisadas, ejecuciones publicas o cepos de castigo, y las protestas de siempre.
Pero no por ser el centro de la ciudad era algo que llamase la atención, no era más que un descampado barroso, si llovía, y polvoriento si no llovía. Recién fue mejorado en 1803 con la construcción de la Recova, de la cual hablaremos más adelante. Pero no se mantuvo inmutable. Al principio era más pequeña que lo que es ahora, ya que la parte que hoy está pegada a la Casa Rosada estaba ocupada por los Jesuitas, que en 1665 fueron trasladados a otro lado, y la zona se transformó en baldío, llamado Plaza de Armas o Plaza del Mercado. Allí funcionaba también la horca, donde hoy está la estatua de Belgrano.
La parte más cercana al Cabildo, seguía siendo llamada Plaza Mayor, y allí se estacionaban las carretas para comerciar en el mercado, que apenas consistía en mantas en el suelo donde la gente vendía sus mercancías. Luego mejoró, y se instalaron bandolas, que eran grandes cajones a modo de puestos de feria.
Pero hasta 1803 la plaza era bastante fea. Recién en esa época comienzan los proyectos para embellecer la plaza. Se construye la Recova, una magnífica construcción que consistía en una galería con dos tiras de 20 locales de largo cada una (10 de cada lado) separadas por un espacio que al año siguiente fue cerrado por un arco central. Los locales tenían su frente hacia ambos lados de la Recova, apuntando 20 al Cabildo y 20 al Fuerte (Casa Rosada). Quedaba así dividida la plaza en dos, ya que la Recova era una continuación de la actual calle Defensa. Tenía 11 arcos en cada ala y techo con azotea. A su gran arco central se trasladó la horca, colgándose a los ajusticiados, los cuales quedaban allí por espacio de varias horas.
La Recova fue la primera galería comercial de Buenos Aires, y estaba ocupada por diversos comerciantes que pagaban entre 14 y 20 pesos mensuales de alquiler. Había vendedores apiñados en la doble fila de cuartitos, ofreciendo de todo para la gente de clase baja, desde ropa hecha, hasta monturas. En 1805 el virrey Sobremonte hizo empedrar el camino que iba del Fuerte al arco central de la Recova y dispuso que las carretas se dirigiesen a otras plazas, la de Montserrat y la de San Nicolas.
Gracias a la Recova la plaza quedaba dividida en dos, de un lado la Plaza de Armas o del Fuerte y del otro la Plaza Mayor, que desde 1808 se llamaría Plaza de la Victoria en conmemoración de la victoria sobre los ingleses de 1806. La parte que daba al Fuerte luego de 1810 paso a llamarse 25 de Mayo. En esta parte, justo donde hoy esta la estatua de Belgrano, funcionó un improvisado mercado de alimentos hacia 1815.
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